miércoles, 5 de febrero de 2014

Unos apuntes sobre barcos griegos (II)

Unos apuntes sobre barcos griegos  (II)


Pero no para ahí la cosa: cuando por fin se varó en el Dique, nos quedamos asombrados de lo que vimos: en los fondos de la zona de Proa tenía incrustado un “pedrusco”… ¡de cinco toneladas! (Véase la foto). Esta fotografía figura en el anuario del Astillero correspondiente a ese año.


Un detalle que pude observar en varios barcos de esta bandera la costumbre de que los Capitanes eran a veces hijos del Armador y uno de sus tíos actuaba como Inspector, mientras otros parientes estaban enrolados como Maquinistas o lo que fuera. Incluso conocí casos en que todos los tripulantes eran de la misma Isla y, dentro de ello, de la misma familia.

Muy típico también del modo de actuar de estos Armadores, Capitanes o Inspectores griegos en el Astillero. era su manía de que les metieran el barco en Dique antes que a los demás que esperaban su turno (¡tiempos aquellos en que teníamos hasta veinte barcos reparando!), y para ello no dudaban en pararme por los muelles, sacaban del bolsillo un par de cajetillas de rubio, las metían a la fuerza en mi bolsillo mientras me decían “Vamos Capitán, usted puede hacerlo…”. Se quedaban algo desconcertados cuando les devolvía el tabaco y les decía que NO, que eso no dependía de mí, etcétera, pero era inútil: estaban convencidos de que “hábilmente engrasados” no teníamos pega en adelantarles unos puestos.

Durante una escala en el puerto rumano de Constanza en la época de Ceaucescu, las formalidades para ir a tierra eran bastante severas: teníamos un soldado de la Milicia a pié de escala, que recogía nuestras Libretas de Navegación a cambio de un pase y nos recordaba que no se podía sacar del barco ni moneda extranjera ni joyas ni oro (bolígrafos, medallas, relojes,etcétera). Pero en la caseta de guardia a la salida del Puerto había un nuevo chequeo y se insistía en la misma prohibición. La verdad es que nunca nos registraron y se limitaban a preguntar. Comprobamos que era así prácticamente con las distintas nacionalidades… excepto a los griegos: a estos los registraban a conciencia e incluso pude ver que a alguno de ellos lo tomaban entre dos Milicianos y lo ponían poco menos que boca abajo para agitarlo. Como la primera vez que lo presencié debí poner cara de asombro, el guardián me miró y dijo “¡greco non bono, siempre mentir!”.

Es muy común en algunos círculos considerar a los griegos actuales como semejantes a sus antecesores de la Grecia clásica. Yo, en cambio, abundo más en la opinión de muchas escritores, tratadistas, historiadores… que señalan la semejanza de los actuales con los turcos, ya que no hay que olvidar los muchos siglos que vivieron bajo el Imperio Otomano y esto se hace visible en muchas de sus costumbres (el pequeño rosario de cuentas entre los dedos, el café de posos, etcétera). Para mayor demostración tenemos hoy día (2013) el ejemplo de los problemas que la situación griega ocasiona a la Unión Europea, precisamente por haber falseado sus cuentas públicas desde el primer día. ¿Gitanos? Pudiera ser y confieso que como a tales los he considerado desde que tuve trato con ellos. Sí, ya sé que los hay buenos y muy buenos, pero de lo que se suele llamar “la gente del común”, me ratifico en lo dicho.

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